Revestida de confianza, no de comparación

Tenía 17 años, cuando, navegando en las redes sociales, busqué a la chica por la cuál mi primer novio me dejó. Anhelaba que no fuera muy bonita. Pensé que me sentiría mejor al criticarla. Cuando nos sentimos inseguras, muchas veces nos volvemos crueles.

Luego vi su foto de perfil. Ella era hermosa. Me miré en el espejo y pensé, claro que me dejó por ella… es más linda, más talentosa, más increíble. Por supuesto.

He crecido mucho desde entonces. He aprendido que Dios no me creó a mí, ni a ti, solo para ser lindas. Nos creó con un propósito. He aprendido que la comparación es una trampa, y que nuestro valor no se basa en lo que vemos en el espejo ni en los videos de redes sociales de otras personas.

Pero justo la semana pasada, siendo una mujer adulta que ama a Jesús y busca seguirlo cada día, me di cuenta que estaba comparando mi vida con la de una amiga cercana. Ella parecía estar más avanzada, ser más exitosa y con todo bajo control. Me sentí atrasada e ignorada.

Eventualmente, me llené de valor y compartí mis sentimientos con ella. Pensé que me iba a criticar, pero en su lugar se echó a reír y con comprensión me dijo. «Espera, ¿tú te has estado comparando conmigo? Yo también he estado luchando con la comparación».

Esa conversación honesta, me recordó tres verdades importantes:

1. La confesión trae confianza. Cuando confesamos nuestras inseguridades a amistades de confianza, y especialmente a Dios, no estamos invitando la vergüenza, sino al Espíritu Santo y nuestra comunidad a hablar verdad sobre nuestras vidas. La confesión nos recuerda nuestras debilidades y la fortaleza de Dios.

2. Siempre habrá alguien “más”. Más popular, más organizada, más exitosa, más lo que sea. Pero Dios no nos creó para ser ella. Él te creó para que seas tú.

3. La comparación robará relaciones que Dios quiere usar para bendecirte. Si estás ocupada compitiendo con personas que deberían de ser tus compañeras de equipo, te perderás todo lo hermoso que Dios quiere lograr a través de ellas y de ti.

Al final del día, lo más hermoso que puedes escuchar sobre ti, nunca será sobre tu cabello, tus redes sociales o tu hoja de vida. Es Jesús en ti.

Proverbios 31:25 dice que una mujer de Dios “se reviste de fuerza y dignidad y afronta segura el porvenir”. ¿De dónde proviene su confianza? No de tendencias ni títulos, sino de la verdad. Su identidad se basa en a quién pertenece, a Dios. Revestida con la fuerza de Dios, mira hacia adelante y se ríe, en vez de perderse en las dudas sobre sí misma.

Hoy, en medio de este mundo que constantemente nos dice que no somos suficiente, recordemos:

Fuimos creadas con propósito.
Estamos cubiertas con gracia.
Podemos caminar con confianza porque Jesús está con nosotras hoy, y Él ya tiene control de mañana.

Señor, cuando me sienta abrumada, recuérdame Tu poder. Confío en que Tú harás mucho más de lo que puedo ver o soñar. Hoy, dame paz, fuerza y perspectiva. Cuando mi mente se adelante hacia los peores escenarios, recuérdame que Tú me guías hacia lo mejor. En el Nombre de Jesús. Amén.

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Proverbios 31:30-31, Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al SEÑOR es digna de alabanza. ¡Sean reconocidos sus logros y en las puertas de la ciudad sean alabadas sus obras! (NVI)

¿En qué áreas de tu vida te has visto más tentada a compararte con otras personas? ¿Cómo podrías revestirte de la fuerza de Dios y de Su dignidad esta semana?

¿Con qué persona has estado compitiendo, incluso sin intención? ¿Podrías comenzar a alentar a esa misma persona? ¡Nos encantaría escucharte en los comentarios!

© 2025 por Grace Valentine. Todos los derechos reservados.

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