María Magdalena fue a darles la noticia a los discípulos. «¡He visto al Señor!», exclamaba, y les contaba lo que él le había dicho. Juan 20:18 (NVI)
El año pasado compré la primera placa personalizada para mi auto.
Quizá esto te parezca un poco exasperante por ser algo “vanidoso”, pero cuando descubrí que la frase “WORD GRL” (Chica de Palabra) estaba disponible, no pude resistir. La placa personalizada en la parte trasera de mi auto describe perfectamente tanto mis pasiones como mi personalidad como una chica de palabra.
Las Escrituras son mi tesoro más preciado, y me encanta estudiar la Palabra de Dios.
Soy una oradora y escritora, así que las palabras son mi vocación.
Por último, pero no menos importante, tengo muchas palabras que compartir. Sólo hay que preguntar a mi familia y amigos. Rara vez me quedo sin palabras, y considero que una historia, ya sea la tuya o la mía, es uno de los grandes placeres de la vida.
Una historia verdadera de una mujer en la Biblia me asegura que Jesús ama las palabras también, y que Él valora las palabras de una mujer.
Para la mayor parte de la historia de María Magdalena sólo se registran sus actividades. No hay una sola cita de ella al principio de su historia en las Escrituras, pero sus acciones la presentan detalladamente. Así tenemos una imagen muy clara de una mujer que fue una de las amigas más cercanas y devotas de Jesús.
Jesús la rescató del control destructivo de siete demonios, y después ella nunca se fue de Su lado. En lugar de volver a su vida normal, María Magdalena viajaba con Jesús y los discípulos. Ella también lo apoyó con sus recursos (Lucas 8:1-3). Con una tenacidad y valor que no mostraron muchos de los seguidores de Jesús, María se quedó con Él al pie de la cruz (Mateo 27:55-56), ayudó a sepultarlo (Mateo 27:61) y se apresuró a regresar a la tumba tan pronto como el día de descanso hubo terminado (Juan 20:1).
Fue María quien llegó primero a la tumba vacía de Jesús, pero volvió corriendo para decirle a Pedro y a Juan, quienes llegaron a investigar. Solo después de que se fueron, sin entender todo lo que estaba sucediendo, leemos el primer registro de sus palabras - en una conversación con el Cristo resucitado.
A María, una mujer y amiga fiel, le fue dado el honor de ver primero a nuestro Jesús resucitado. ¡Y tampoco se trató de un accidente! Pedro y Juan habían estado en la tumba, así que no fue simplemente porque ella estaba ahí primero. De manera intencional, Jesús escogió a María para una tarea importante.
En Juan 20:17, Jesús dijo: “—Suéltame, porque todavía no he vuelto al Padre. Ve más bien a mis hermanos y diles: “Vuelvo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes” (NVI).
Así que María salió precipitadamente a compartir la noticia, con estas palabras que contienen el peso de la eternidad: “«¡He visto al Señor!»” (Juan 20:18a). Ella testificó sobre la resurrección de Jesús y todo lo que Él le había dicho.
Jesús la escogió para ver Su cuerpo resucitado primero y para ir y decirle a los otros. No tenemos que enredarnos en guerras sobre género siendo que vemos que Jesús mismo confió a las mujeres con Su mensaje. Así como María Magdalena, nosotras podemos compartir Su vida gloriosa con la confianza de Su encargo importante.
Aunque las palabras pueden ser uno de los dones más grandes de las mujeres, también nos han conducido a algunas de nuestras caídas más tristes. Con demasiada frecuencia nuestras palabras han sido dedicadas a cosas que provocan muerte: crítica, chismes, medias verdades y negatividad.
Ser una “chica de palabra” es parte del llamado de una mujer, pero no hemos sido confiadas con sólo cualquier palabra. Nos han sido dadas para compartir las palabras incomparables de Jesús que dan vida. Imitemos a María Magdalena, desarrollando corazones tiernos, cultivando vidas de acción devota, y generando palabras que dejen que los demás sepan que hemos visto al Señor.
Señor, gracias por valorar las palabras de las mujeres. Sobre todo, deseo compartir palabras con peso, compartiendo Tu vida y gloria con todos a quienes me encuentre. En el Nombre de Jesús, Amén.
RECOMENDAMOS
¿Sabes cuánto poder hay en las palabras que dices? Como dice en Proverbios 18:21, “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”. Como mujeres nuestras palabras pueden ser usadas para animar, apoyar y elevar a nuestros hijos, esposos y amistades en todas las etapas de la vida. En el libro de Sharon Jaynes, El poder de tus palabras, ella aporta las herramientas para toda mujer que desea utilizar sus palabras para edificar en lugar de derribar, para alentar en lugar de desalentar, para animar en vez de burlarse. Es para todas las que desean tener más control sobre esa poderosa fuerza llamada la lengua. Haz clic aquí para comprarlo.
CONÉCTATE
¿Te ha gustado leer los devocionales en español Aliento para el día de hoy? ¡Considera compartirlos con tu hermana, madre, hija o amigas! Nuestro deseo es hacer correr la voz acerca de nuestros recursos en español al compartir la Palabra de Dios y crear una comunidad entre hermanas en Cristo. ¡Gracias por ser partícipe en todo esto!
PROFUNDICEMOS
Proverbios 31:26, Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor. (NVI)
¿Cuáles tres palabras son las que otros usarían para describir tus palabras? ¿Qué pasos puedes tomar para convertirte en una mujer cuyas palabras tienen peso – lenguaje que glorifique a Dios y guíe a otras hacia Él?
¿Conoces a alguna mujer que glorifica a Dios con sus palabras? ¿Cómo ha impactado en tu vida el peso de las palabras de mujeres fieles? Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2021 por Amy Carroll. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.