El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría. Salmos 30:5b (NTV)
Un sábado por la tarde, hace varios años, me encontré necesitando un proyecto, algo en que ocupar mis manos, pero también para desviar mis pensamientos de terminar en un discurso de “pobre yo”.
Así que subí las escaleras hasta el ático caliente, respiré el olor a humedad y almizcle y comencé a escanear la habitación en busca de un proyecto. Dos cajas de cartón llenas de objetos olvidados me llamaron la atención. Me tiré al suelo de madera y comencé a examinar el contenido.
Sonreí mientras sacaba varios artículos olvidados uno por uno. Fotos de las caritas tiernas de mis hijos cuando eran pequeños, fotos de vacaciones con recuerdos lindos, piezas de cerámica con las iniciales de mis hijos en la arcilla, huellas de manos pintadas en papel de construcción y más fotos de equipos deportivos de las que cualquier padre debería tener que comprar.
Pero cuando moví algunas otras cosas, un gran libro blanco se movió y espió por debajo de la pila. Mi sonrisa se desvaneció instantáneamente.
El álbum de la boda.
Un libro que solía ser un recuerdo preciado ahora tenía el poder de evocar una inmensa angustia. Alargué la mano y lo saqué de la caja, quitando una nube de polvo que se había asentado sobre él a lo largo de los años. Lo abrí y comencé a hojear las páginas, y en cada foto en la que ponía mis ojos, mi corazón se hundía.
La vida no resultó como yo había pensado. Los votos matrimoniales no se cumplieron. Los sueños fueron destrozados. Los corazones dolían. Se rompió una familia. La sobrecarga de decepción comenzó a consumir mis pensamientos una vez más... hasta que Dios me recordó un versículo bíblico favorito.
A lo largo de los años, a menudo he pensado en el Salmo 30:5b, que dice: “El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría”. Este versículo es un gran recordatorio de que, a pesar de lo decepcionadas o tristes que nos sintamos, no durará para siempre. No tenemos que dejar que esa decepción nos mantenga atrapadas en el dolor o el remordimiento, atrapadas en un capítulo de la vida en el que no queremos vivir. En cambio, podemos elegir confiar en que Dios tiene nuestros mejores intereses en mente, nuestras vidas bajo control y planes buenos para nuestro futuro.
La decepción y el dolor son emociones poderosas que pueden mantenernos atascadas en un patrón de concentrarnos en lo que perdimos o en el duelo por los sueños que no se hicieron realidad. Nos impiden creer que Dios tiene buenos planes para nosotras y sofocan nuestra capacidad de dejar ir lo que pensábamos que debía ser.
Podemos permitir que la decepción sea un obstáculo para nuestra felicidad, o podemos confiar en que Dios tiene planes buenos para nosotras. La decepción disminuirá cuando cambiemos nuestra perspectiva de ella, considerándola una reorientación de parte de Dios en lugar de Su descuido.
Caminando hacia abajo desde el ático, respiré profundo y solté un suspiro pesado. Ese día me di cuenta de que estaba cansada de estar atrapada en una página rota de la vida. Por más difícil que supiera que sería, mi corazón y mi mente finalmente estaban listos para dejar de lado la decepción, seguir adelante, pasar la página y confiar en Dios.
He derramado muchas lágrimas en los últimos años, pero con el tiempo, Dios las secó. Mi llanto se detuvo y mi decepción fue reemplazada gradualmente por alegría mientras trataba intencionalmente de ser positiva y confiar en Dios con lo que sea que me depare el futuro.
Dios siempre está tramando algo nuevo, sin embargo, tenemos que dejar atrás las decepciones del pasado para abrazar lo que está por venir. La vida que nos espera es mucho más importante que la vida detrás de nosotras. Me tomó un tiempo entender esto porque era difícil aceptar lo que le había sucedido a mi familia, pero cuando finalmente me permití creerlo, la vida cambió para mejor, al igual que yo.
Señor, te entrego mis desilusiones hoy. En este momento, elijo trabajar por un cambio de paradigma en mi pensamiento para poder dejar atrás el pasado y confiar en Ti el mañana. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Jeremías 29:11, Pues yo sé los planes que tengo para ustedes—dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. (NTV)
¿Qué decepción te está reteniendo de la vida a la que Dios te ha llamado? Escribe una breve oración en los comentarios para entregar esa decepción a Dios y decirle que estás lista para confiar en lo que Él tiene para tu futuro.
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