Devocionales

Fortaleza en la quietud

Sarah Freymuth 14 de junio de 2022
El SEÑOR mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos. Éxodo 14:14 (NTV)

El sol de la tarde entra por la ventana de mi sala y me siento cómodamente en mi silla, encontrando precisamente el punto perfecto para que la luz caliente mi cuerpo. En el alféizar de la ventana, los libros se inclinan unos sobre otros y un envase rebosa de bolígrafos; mi calendario de versículos bíblicos diarios tiene la imagen de unos picos de montañas majestuosas y una seguridad bíblica de fe que no puedo ver.

El llamado a la fe en lo invisible resuena más profundamente de lo que deseo.

He pasado estos últimos seis meses luchando por mi salud mental y física. Todavía estoy luchando con las secuelas prolongadas del COVID-19 y la ansiedad, comparando mi estado de agotamiento con mi salud antes de enfermarme.

Cuando veo mi vida de antes y veo los contratiempos con que estoy luchando, no puedo evitar ser tentada a caer en el agujero sin fondo de “¿por qué a mí?”. Las batallas diarias me dejan desgastada y preguntándome cómo exactamente terminará todo esto.

Mi campamento está por derrumbarse y necesito refuerzos. Si tengo al Señor del ejército del cielo conmigo, ¿cuál es Su táctica? ¿cuál es Su siguiente paso?

¿Es para fortalecerme de manera sobrenatural para que yo pueda afianzarme donde he soltado mi agarre?

¿Atacará a mis enemigos y los derribará con un solo movimiento?

¿Va a esperar hasta que diga la oración o Escritura correcta y creer solo un poquito más para ver revivir mi fe y ser “útil” en mi sanidad?

¿O, quizás, es posible que Dios me esté llamando a algo radicalmente diferente? ¿Qué pasaría si la voluntad de Dios se parece a algo así: El Señor mismo peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos (Éxodo 14:14)?

Cuanto más medito sobre este versículo, me doy cuenta aún más de que he estado muy estresada. He llevado el peso de mi salud sobre mis hombros, tratando de encontrar respuestas, comparando lo que era con lo que es ahora, y manteniendo expectativas altas, pero poco realistas, en mi corazón y mente.

Quizás lo estás haciendo también. Quizás todas hemos estado aferradas a nuestros planes e ideas de cómo debe ser la vida, teniendo dificultad en entender nuestra realidad.

¿Qué hacemos con esta presión aplastante bajo la cual nos hemos metido?

Quedémonos tranquilas. Pongamos fin a los pensamientos y expectativas revoltosas acerca de dónde deberíamos estar y descansemos en donde estamos. Aquí es ahora y Dios está presente. El regalo de Su gracia vence cualquier vergüenza, culpa o desilusión que podamos sentir acerca de nosotras mismas. Y Su gracia se extiende a Su orden de abandonar nuestro esfuerzo y dejar que Él pueda obrar Su sanidad profunda y reparadora en nuestros corazones mientras pelea por nosotras. En la tranquilidad se halla nuestra fortaleza.

Quita la carga de tus hombros y descansa en el Señor. Él es el Único que peleará tus batallas. Nuestro Dios tiene lo mejor en mente para nuestro bien y para Su gloria. Su amor está abriendo camino en nuestras vidas porque la batalla le pertenece al Señor.

A veces, la mejor cosa que podemos hacer es permanecer quietas con esta verdad y creer. Podemos entregar nuestra confianza en Su capacidad de hacer las cosas, quitarnos lo que nos agobia y dejar que Él haga el trabajo pesado.

Padre, he estado aferrándome a tantas cosas. Ya no puedo cargar el peso de esta preocupación. He estado intranquila y agitada, intentando pelear esta batalla con mi propia fuerza. ¿Quitarías el peso de mi corazón, mente y cuerpo? ¿Pelearás por mí mientras me quedo quieta y me apoyo en Tus brazos? Tú eres mi salvación y me ofreces descanso profundo y duradero. Gracias por la gracia que das; confío en Ti para guiarme y hacerme crecer. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 46:10, Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra. (NBLA)

¿Qué cargas has estado llevando a las cuales no necesitas aferrarte?

Reserva algo de tiempo para estar quieta con Dios y entrégale a Él las preocupaciones que te pesan. Quédate quieta, acércate y escucha lo que Él quiere decirte.

¡Nos encantaría escuchar de ti! Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Sarah Freymuth. Todos los derechos reservados.


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