Devocionales

Vivir sin apuro aún con tareas inconclusas

Christina Patterson 30 de mayo de 2022
Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a Él, le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude». Lucas 10:40 (NBLA)

Me desanimé mientras guardaba la cantidad aparentemente interminable de ropa doblada, sabiendo que otra carga en la secadora me esperaba lista para doblar.

Lo haría después de guardar los comestibles, lo cual no podía hacer antes de liberar espacio en la nevera.

En la puerta del refrigerador, el calendario magnético me recordaba un proyecto que había postergado durante meses, así como la interminable lista de otras responsabilidades que debía atender. Responsabilidades que llamaban mi atención y mantenían estancada mi esperanza en lograrlo.

Inmediatamente me sentí abrumada por la lista de tareas que tenía por terminar esa semana.

Si me apuro, pensé dentro de mí, podré hacer más cosas en menos tiempo. Sin embargo, sólo acabé sintiéndome como un hámster en una rueda, moviéndome rápido, pero sin llegar a ninguna parte. Este ritmo de vida apresurado me dejaba frustrada con mi trabajo, impaciente con mi familia e inquieta en mis pensamientos que se centraban más en lo que tenía que hacer, que en mi Dios, quien me daría el poder para hacerlo.

Como mujeres ocupadas, es fácil pensar que nuestro valor está ligado a nuestra productividad y caemos en la tentación de acelerar nuestro ritmo para poder cumplir más. Esta mentira sólo nos deja vacías y agitadas con nosotras mismas, con quienes amamos e incluso con Dios.

Cuando Jesús visitó la casa de Marta en Lucas 10, ella se apresuró a hacer los preparativos para su visita. La imagino limpiando la casa, preparando la comida y alistando la mesa, sólo para darse cuenta de que el tiempo que tenía no era suficiente para cumplir con sus deberes.

En su frustración apurada, acusó a su hermana María de no ayudar y culpó a Jesús por no responsabilizar a su hermana.

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude» (Lucas 10:40).

La misma mujer que tuvo el corazón de invitar a Jesús a su casa permitió que su propio ritmo apresurado la hiciera acusar a su invitado más honrado de no preocuparse. El peligro de una vida apresurada es que nos impide amar bien, porque el amor es paciente (1 Corintios 13:4); no tiene prisa.

Al igual que Marta, a menudo nos precipitamos en un intento de dejar atrás el trabajo inconcluso que siempre se cierne sobre nuestras cabezas, porque creemos que el trabajo sin terminar significa que estamos inconclusas. Pero eso no es cierto. Encontramos la verdad en la respuesta amorosa de Jesús al corazón apresurado de Marta:

El Señor le respondió: «Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada» (Lucas 10: 41-42, NBLA).

Jesús no condenó a Marta por no haber terminado su trabajo, sino que la invitó a dejar de lado la trampa de la prisa, que la había dejado preocupada por los demás quehaceres, y a abrazar lo que era más importante.

La verdad es que podemos elegir. No tenemos que vivir vidas apuradas y aceptar los corazones abrumados como una manera normal de vivir. Siempre habrá “tantas cosas” de qué preocuparse o por hacer, pero no todas ellas son tan urgentes que merezcan un corazón apresurado.

Jesús nos invita a centrarnos en una sola cosa mejor que todo lo demás: Él mismo.

Querido Padre celestial, gracias por no apresurarme nunca. Al enfrentarme a las responsabilidades y trabajo diarios, te pido que Tu gracia me cubra para que pueda elegir siempre lo mejor al elegirte a Ti primero. En el Nombre de Jesús, Amén.

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No siempre nuestra lista de asignaciones pendientes es lo que nos mantiene alejados de Dios; a veces, cambiar nuestra perspectiva sobre el trabajo inconcluso que tenemos ante nosotras puede cambiar nuestro corazón. ¿Qué pensamientos sobre el trabajo por hacer podrías dejar ir para así abrazar una vida más llena de gracia?

Nos encantaría saber tu opinión. Comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Christina Patterson. Todos los derechos reservados.


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