Devocionales

¿Cómo me aferro a la esperanza cuando todavía estoy sufriendo?

Lysa TerKeurst 30 de junio de 2022
Esperé pacientemente al SEÑOR, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Salmo 40:1 (NBLA)

¿Hay desilusiones profundas en tu vida que parecen persistir sin fin? ¿Sientes que has expresado las mismas oraciones una y otra vez, con poco o ningún cambio?

Entiendo lo difícil que es eso. En los últimos años, he pasado por algunas de las temporadas más desgarradoras. Y aunque las circunstancias de tu vida pueden ser diferentes, es probable que también tengas tus propios momentos, a la media noche, cuando luchas a través de las lágrimas.

Hay recuerdos que aún duelen. Realidades que te hacen preguntar si alguna vez volverás a sentirte normal. Sufrimientos que parecen eternos. Y estás decepcionada porque hoy no estás viviendo en las promesas de Dios que le suplicaste se cumplieran.

En tus momentos más privados, quieres gritar por la injusticia de todo… palabras que no usas cuando estás con las amigas de tu grupo de estudio bíblico. Pero luego hay momentos más esperanzadores… cuando quieres subir el volumen de la música de alabanza, elevar oraciones honestas y declarar que Dios es bueno incluso cuando la situación no parece buena.

Sufriendo pero aún con esperanza: esa es la trayectoria human.

Y ahí es donde encontramos a David en el Salmo 40. En los primeros 10 versículos, David alabó a Dios por haberlo liberado, pero luego, en los versículos 11 al 17, estaba clamando a Dios para que lo liberara nuevamente. David estaba sufriendo pero todavía tenía esperanza.

El esperar no significa que ignoremos la realidad. No, esperar significa que reconocemos la realidad al mismo tiempo que reconocemos la soberanía de Dios: Su capacidad y poder absoluto para obrar como mejor le parezca.

Nuestra esperanza no puede estar ligada a si cambia o no una circunstancia u otra persona. Nuestra esperanza debe estar ligada a las promesas inmutables de Dios. Esperamos el bien que sabemos que Dios finalmente traerá de nuestra situación, ya sea que el bien coincida con nuestros deseos o no. Y a veces eso toma un tiempo. El proceso a menudo requiere que seamos perseverantes y pacientes.

Honestamente, sé que esto puede parecer un poco abrumador. Quiero la bendición prometida en el Salmo 40:4 (NBLA): “Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el SEÑOR su confianza…” Pero olvido que este tipo de confianza en Dios se forja a menudo en el crisol de la paciencia.

Dios no me está hostigando. Dios me está eligiendo para vivir personalmente una de Sus promesas.

Es un gran honor. Pero no siempre se siente así. Tengo que pasar por los lugares sórdidos del proceso antes de estar perfectamente equipada para vivir la promesa. Leemos acerca de algunos de los lugares sombríos del proceso en el Salmo 40:1-3a (NBLA):

Esperé pacientemente al SEÑOR, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, un canto de alabanza a nuestro Dios. (énfasis añadido)

La idea de esperar pacientemente es increíblemente importante en este salmo. La palabra hebrea para “esperar” en el versículo 1 indica que la espera es continua y tiene un sentido de expectativa y esperanza ferviente.

Entonces, aunque quiero estar sobre la roca firme, primero tengo que esperar pacientemente a que el Señor me levante del fango y del lodo y “asiente mis pasos” (v. 2). Esa palabra “asentar” en el hebreo original es qum, que significa “levantarse o tomar una posición”. Dios tiene que llevarme a través del proceso de despegarme de lo que me ha mantenido cautiva antes de adoptar una postura.

También quiero ese “cántico nuevo” prometido en el salmo (v. 3). Sin embargo, ¿te das cuenta de lo que viene antes de la promesa de un cántico nuevo? Son muchos clamores al Señor por ayuda. Los cantos de alabanza más intensos suelen ser gritos guturales de dolor que se convierten en melodías bellas.

Sé que esto es difícil. Así que déjame ser la que se incline y te susurre estas palabras mientras comenzamos a luchar juntas en este trayecto:

Dios está resolviendo las cosas. Él no está lejos. Él está aquí con nosotras. Aún si nuestras oraciones no son respondidas en la manera ni en el momento que queremos. Incluso cuando este proceso se siente desordenado. Confiaremos en que Dios es bueno.

Señor Dios, sé que a menudo actúas de maneras que no entiendo. Hay partes de mi historia que se sienten increíblemente difíciles de vivir, pero confío en que estás haciendo algo hermoso incluso con esas partes de mi vida. En el Nombre de Jesús, Amén.

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© 2022 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.


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